Van llegando todos los asistentes hasta sumar na más y na menos que 11: Luis, Fabian, Jesús, Jorge, Juanjo, Agus, Exalkalde, Víctor, Eduardo, Sergio y un sevidor. Cuando todo está dispuesto para salir y voy a cerrar el coche me encuentro el desayuno en los asientos ¡Copón, que alegría!
(Ñam, Ñam, ...)
Nada más empezar el exalkalde empieza a utilizar ciertas maniobras de despieste más propias del ámbito político: "que si las bielas, que si el eje, que así no se puede y me doy la vuelta,..." Con razón no ha renovado en el cargo, porque en las primeras rampas tira como un condenao. Le sigue a rueda Victor y los demás en fila de a uno, como un reguero de sangre. A mi me pilla en la cola del pelotón con Juanjo atrancado en la puerta de acceso al pinar, donde se atascan las vacas. Poco a poco voy escalando posiciones dejando atrás a los que prefieren ir a pie para contemplar la naturaleza. Finalmente cazo al edil, que tan poco andaba tan sobrado, y llegamos juntos al somier.
En vez de tirarnos por la trialera habitual practicamos el escalabici, nuevo deporte con cada vez más adeptos y un futuro prometedor:
(todo lo que sube baja)
Y aquí empieza otra historia. Se invierten las posiciones en el pedregoso descenso. Se me hace complicado hasta que consiguo cambiar el chip en una rampa de tableros por la que en mi vida hubiera imaginado tirarme (es lo que tiene llevar 3 locos delante)
(no era esta pero casi)
Entre saltos y renuncios sacamos tres pinchazos, una cadena trastavillada, la trayectoria imposible que el pintor se sacó de la manga para finalmente arrastrar sus huesos por la pista, y una BH ul-tomate de saldo.
Llegó el momento "verano azul" rodeando del embalse de Navacerrada que hacemos a tope como si estuvieramos picados y Agus jurando en arameo. Aquí me despidí (o no, para que no me regañen) de mis compañeros con los que he pasado un muy buen rato y a los que espero volver a ver pronto: el bono-bici es lo que tiene.
(Fotos robadas a Chule y Agus)
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